La libertad de aceptar el juego

Hace tiempo que no escribo por aquí. Le tengo mucho respeto a vuestro tiempo y a la idea de libertad.

Escribo sobre libertad con la finalidad de provocar un acto de conversión, inmediata o dilatada en el tiempo, a una especie de comunidad, sin gurú o líder espiritual, con un ideario basado en la búsqueda, la práctica, el ejercicio y la expansión de la libertad, individual y colectiva.

La libertad es el origen y el final de todo. Sin una idea de libertad impresa en nuestro ADN todavía estaríamos viviendo en cuevas.

Entended, pensando así, que no escriba mucho.

Cuando escribo quiero generar reflexión, quiero generar dudas sobre el modo de vida actual, quiero que os hagáis preguntas y producir cambios, pero no necesito que nada de esto ocurra. Si lo necesitase, acabaría sonando como un gurú de la autoayuda que anuncia sus libros en la trasera de un bus urbano, y eso es lo último que quiero.

Tampoco quiero seguidores, ni fieles ni discípulos, ni admiradores, ni simpatizantes, y mucho menos fanáticos. Por eso no aparece mi nombre real, ni recauchuto frases de filósofos y economistas en Instagram, ni sigo un régimen estricto de publicaciones semanales. El newsletter sale cuando sale y escribo en el blog cuando una idea me parece suficientemente potente y útil, sin tiempos de entrega ni fechas límite.

Mientras pueda, me rebelaré contra la industrialización y mercantilización de ciertas tareas humanas, como pueden ser reflexionar y escribir. Perdón, que ahora se le llama producir contenido.

Hay que producir contenido para vender. En esta sociedad, que gira en torno a la economía de mercado, el éxito pasa por vender. Vender es la única métrica válida. Si no vendes algo estás fuera del sistema. En última instancia, si no tienes nada que vender, acabas vendiendo lo segundo más importante que tienes: tu tiempo.

Y, ojo, que no vale sólo con vender, hay que vender lo mismo muchas veces. El capitalismo premia la repetición. Repetir es condición imprescindible para salir adelante. ¿Sabes hacer una cosa? ¡Véndelo mil veces!

https://twitter.com/visualizevalue/status/1401238658687148036

Os dejo cuatro ejemplos de esto al final.

Yo, sin embargo, creo que el derecho a vivir sin vender nada.

Hacer lo mismo todos los días no es natural. La repetición no forma parte de la naturaleza. Ir todos los días de tu vida a una oficina a mirar una pantalla no es natural, y, sin embargo, es difícil no hacerlo.

¿Existe una renuncia mayor a la propia libertad que elegir esclavizarse a pasar 40 años, y subiendo, haciendo lo mismo? Lo dudo y, sin embargo, hay miles de personas intentándolo.

En cualquier caso, es muy liberador entender que el modelo es el que es, el sistema es el que es, y que tiene sus cosas muy buenas y sus cosas malas, pero sin olvidar que lo importante de verdad es la libertad y que la única tarea es practicar y experimentar con la libertad mientras vivimos las vidas que queremos, podemos y nos dejan.

Aceptar y jugar el juego también es experimentar con la libertad, y esto es muy importante para evitar esa profunda sensación de esclavitud que se siente cuando no sé es útil para el sistema, a pesar de ser consciente de que el sistema es bastante mejorable, que es exactamente la misma, aunque parezcan opuestas, sensación de esclavitud que se siente cuando estás dentro del sistema y repites todos los días lo mismo.

¿Percibes algunas contradicciones en este texto? Es correcto. El mundo es dual. El ying y el yang. Una cosa y la contraría van de la mano. Acabaré encontrando algo que repetir mil veces para hacerle el juego al sistema y poder decir que le he ganado. Y seguramente tendré que renunciar a algunas, o muchas, libertades para conseguirlo.

Aceptar es aceptar.


Vender la repetición

  • Ran Orther, el tipo que pinta el mar.
  • Zaria Forma, la mujer que dibuja glaciares.
  • Okuda, el grafitero que pinta figuras poli-crómicas fragmentadas en formas geométricas
  • Christophe Jacrot, conocido como el fotógrafo de la nieve.

Tres piezas de información relacionadas con este tema

  1. Entrevistan a David Chipperfield, arquitecto británico viviendo en Galicia (¡por algo será!), en la revista ICON de El País y habla de la mercantilización de todos los espacios. El entorno tiene una enorme influencia en nuestras decisiones, nuestra libertad/esclavitud está directamente condicionada por el entorno. — https://elpais.com/icon-design/arquitectura/2021-05-28/david-chipperfield-es-peligroso-que-los-museos-se-conviertan-en-aliados-de-ciudades-que-quieren-atraer-mas-turismo-un-museo-es-infraestructura-social.html

2. Ivan Leal escribe en su magazine digital Superfluor sobre “La degradación elegante”, un deterioro lento y casi imperceptible que viven algunas (¿todas?) las personas en algunos entornos de trabajo. — https://superfluor.tuelfworks.com/publicaciones/la-degradacion-elegante

3. Estos días ando leyendo el libro ‘Let My People Go Surfing’, de Yvon Chouinard, el fundador de la marca Patagonia. Sin entrar en lo que es Patagonia hoy en día y en sus posibles contradicciones (no podemos vivir sin ellas, lo siento) me gustaron estos dos trocitos de texto.

Se podía vivir con poco, las cosas eran baratas y era suficiente con un trabajo a media jornada. Hoy en día eso es más complicado, por no decir imposible.

Los tipos se enorgullecían de hacer cosas que no tenían valor económico, algo cada vez más difícil hoy en día. En la línea de lo que dice Chipperfield.

Es difícil decir si vivimos mucho peor, como algunos dicen, que nuestros padres, el mundo ha cambiado mucho. Sí sé que medir el asunto en metros cuadrados en propiedad, como muchos hacen, es una torpeza; y sí creo que convertir todo en una transacción económica está transformando la idea y el ejercicio de la libertad.


Si te ha gustado esta última parte, en Twitter suelo compartir y comentar más a menudo que en el blog o el newsletter. Te animo a que me escribas por el medio que más te guste si hay algo que haya dicho en lo que no estás de acuerdo o si hay alguna libertad en la que quieras profundizar.


Hoy no hay más tiempo para este asunto, aceptemos lo que hay, que es domingo y mañana hay que ir a la oficina.