Salud y libertad. Manual de uso.

Sigo con las ideas relacionadas con la libertad que me he traído de Four Trees. La primera fue sobre la relación señal/ruido. A este lugar fuimos a participar en un retiro llamado “Healthy Habits”, así es que la segunda idea que traigo va sobre la salud.

Es la segunda vez que vamos a hacer este retiro. Ya fuimos el año pasado y no hemos dudado en repetir este año. Es una semana de exposición a personas con ideas y convicciones fuertes. Todo lo que te traes de allí te sirve para el resto del año.

No pretendo contaros mis vacaciones, pero alguno me ha preguntado en qué consistía esta semana y creo que un poco de contexto será útil. Lo divido en secciones para facilitar la lectura. El que quiera saber más sobre este evento puede ir a ver al perfil de Instagram de Movement Lisboa, o puede preguntarme. Si solo te interesan las reflexiones dale al ratón para ir al final.

Llegar a Four Trees

Para llegar a Four Trees hay que conducir un buen rato por un camino de tierra, al que se accede tras otro buen rato de carretera nacional. El pueblo más cercano está a varios kilómetros y a 25 minutos en coche. Cuando te asientas, lo primero de lo que te percatas es que no hay ruido de ningún tipo. No hay luces artificiales, no hay música, no hay sonidos de claxon ni de motores en marcha, no huele a comida rápida ni a basura ni a humos de coche. Se oyen los pájaros, ladra un perro, huele a campo y por la noche se aprecian perfectamente las estrellas en el cielo.

Es un lugar en el que no puedes evitar pensar sobre el ruido, por su completa ausencia aquí y por el exceso del mismo en las ciudades, y por eso la publicación anterior iba sobre ruido.

¿Quién crea Four Trees?

Four Trees lo crean dos alemanes rubios, altos y guapos que acaban hartos, y enfermos, de la vida en la ciudad. El elemento inductor de este cambio de vida es una condición cardiaca que uno de ellos sufre debido al estrés de trabajar en una startup. La famosa productividad alemana está muy presente, pero con la idea de no hacer nada guiados por ella.

Las 3 reglas

Las 3 reglas, enunciadas aunque no escritas, del lugar son:

Usar la tecnología lo menos posible, y cuando tengas necesidad de hacerlo no lo hagas en zonas comunes, delante de los demás.

Intentar aceptar y cumplir todo lo que puedas con lo que se propone en cuanto a horarios y alimentación.

Intentar aceptar y cumplir todo lo que puedas con las costumbres del lugar: caminar descalzo, no usar gafas de sol, no poner música y, las obvias, respetar el entorno, respetar a los animales, no malgastar recursos, etc., etc.

Amanecer

Empezábamos el día minutos antes del amanecer, a las 6 largas, con el objetivo claro de poder observarlo, mirarlo, apreciarlo, sentirlo y vivirlo.

¿Sabes que la luz que nos llega del sol al amanecer y al atardecer tiene unas características y propiedades concretas para tu organismo, que no tienen otras horas del día? Te lo digo de otra forma: hay procesos metabólicos, beneficiosos, en tu cuerpo que están estrictamente relacionados con la luz del amanecer y la luz del atardecer, de la misma forma que hay procesos metabólicos perjudiciales que están estrictamente relacionados con la luz azul de los dispositivos electrónics.

Todo esto forma parte de esa libertad relacionada con la naturaleza que estamos perdiendo, olvidando y dejando ir.

Silencio, dos entrenamientos, ayuno y no hacer nada

Inmediatamente después del amanecer teníamos la primera sesión física, dedicada a movilidad articular, estiramientos y/o ejercicios de respiración. Las primeras horas del día ocurrían en silencio absoluto. Silencio no implica aislamiento, implica comunicarse, si es necesario, de otra forma que no sea oral. El silencio se rompía para el segundo entrenamiento, que empezaba alrededor de las 8 y duraba 90-100 minutos. Este entrenamiento era ya de una intensidad alta. El ayuno no se rompía hasta las 10.

Después del desayuno teníamos una hora denominada literalmente “hacer nada”. El objetivo de esta hora era justamente eso: no hacer nada, no ser productivo, no sentir que estás perdiendo el tiempo, no ocuparse con nada, no resolver nada, no matar el tiempo con un libro, con ejercicio, contando granos de arroz, o cualquier otra actividad; no hacer nada y observar qué pasa.

Baños de hielo

Después de esta hora tiempo libre hasta las 15 o así, que era el momento de los baños de agua helada. El tema de exponerse al frío está relativamente de moda (todo lo “de moda” que puede estar hacer algo que duele mucho) y hay mucha información en internet, sobre todo tras la aparición de WimHof, así es que no me enrollo mucho.

Básicamente, para el que no sepa de qué va, esta actividad consistía en entrar lentamente en una nevera llena de agua a 2 grados, hasta sumergir todo tu cuerpo menos la cabeza. Dentro, el objetivo es observar la reacción de tu cuerpo, entender los mecanismos de respuesta «flight, freeze or fight» (huir, quedarse paralizado o enfrentarse, respectivamente), soportar el dolor, controlar la respiración, llegar a un estado de control mental suficiente para tolerar la situación durante un tiempo (2, 3, 4 minutos). El objetivo no es aguantar el máximo tiempo posible, sino intentar reducir el tiempo que tardas en controlar la respuesta «flight, freeze or fight» de tu mente.

Segundo entrenamiento, cena, conversación, ver las estrellas y a dormir

Después de los baños de hielo teníamos el segundo entrenamiento intenso del día, también de 90-100 minutos, pero antes del hielo varios dedicaban tiempo a su propia práctica, enfocada en fuerza o en alguna habilidad concreta como el «handstand».

No me paro a hablar de los entrenamientos porque creo que merece un texto completamente aparte hablando de la libertad física, y de la práctica de eso que llamamos «movement».

Después de este entrenamiento, ducha, cena, conversaciones sobre libertad, historias de cada uno, oscuridad total, ver las estrellas y a dormir.

Este fue el programa durante una semana. Como ves, muchos momentos y situaciones disponibles para pensar, compartir y contrastar ideas, y también muchos momentos exigentes a nivel físico y mental (meditación, horas de silencio, baños de agua helada, ayuno, y «movement») que vamos a llamar estresores.

¿Y qué tiene que ver esto con la libertad?

Primero, y obvio.

Tu libertad depende directamente de tu “salud”. Lo entrecomillo porque es un término que considero mal usado. (¡Y el lenguaje es importante!, es otra componente de la libertad)

Segundo

De la misma manera que la salud mental no es nada, la salud, a secas, tampoco significa nada. No se está saludable o con buena salud, se está en un estado de salud suficiente o insuficientemente preparado para ciertos eventos. ¿Qué eventos? No lo sabemos. Los que la vida provea.

Tercero

En «movement» decimos “If you don’t use, you lose it”, “si no lo usas, lo pierdes”. Nuestro cuerpo está programado para ahorrar energía. Cualquier elemento, mecanismo o sistema que dejemos de estresar verá reducido su rendimiento de forma palpable hasta llegar, incluso, a dejar de funcionar. A esto yo lo he llamado “deuda de salud”

Y si he perdido algo y, de repente, una situación inesperada me exige que use ese algo, ¿qué ocurrirá?: lesión, enfermedad y/o traumatismo; ergo, perdida de libertad temporal o definitiva. Las deudas se pagan, tarde o temprano.

Conclusión

Tu estado de salud (tu libertad) es tu capacidad para soportar estresores.

Una persona que se expone a estresores para entrenar su respuesta a situaciones estresantes es una persona que está ampliando su libertad.

¿Y cómo se entrena la capacidad de soportar ese amplio y desconocido catálogo de estresores que la vida nos tiene preparados? Exponiéndose a todos los que podamos en entornos controlados.

Después de esta conclusión ya podemos decir que el nombre del retiro, “Healthy Habits”, es un mal nombre porque no existen hábitos saludables, existen acciones (estresores) que te preparan para ciertas situaciones. Una vez que es un hábito y que ya no te cuesta trabajo, deja de ser un estresor y deja de ser útil.

Cuando alguien te venda salud, inmediatamente, pregunta por el estresor. Sin estresor no hay mejora de salud. La salud, como la libertad, no la puedes comprar, hay que buscársela, trabajársela y proveérsela.

Y tengo malas noticias: vivimos en un eterno verano. En el verano, la naturaleza sobreproduce alimentos y hace buena temperatura. En el invierno, antes, había frío, había escasez, había incomodidad. En el invierno había estresores naturales que nos preparaban para lo que pudiese pasar. En el año 2021 vivimos en un eterno verano de 12 meses, sin estresores, con comida abundante en el supermercado, con estancias climatizadas, con agua embotellada y con sillones mulliditos… El entorno en el que nos desenvolvemos es una mala broma. Estamos adquiriendo deuda de salud y perdiendo libertad a pasos de gigante.

Termino con una idea relacionada.

Una de las consecuencias de exponerse a estresores es el sufrimiento. El agua helada, el «movement», o la meditación te producen cierto sufrimiento que hay saber soportar para ganar esa libertad de la que hablaba más arriba. La vida nos expone a situaciones que producen sufrimiento.

Mientras estábamos allí, salió en los medios que Mark Zuckerberg iba a orientar su compañía, Facebook, hacía los metaversos (aquí link que lo explica), y vi claramente que los mundos virtuales serán un éxito rotundo. ¿Por qué? Porque nadie creará un mundo virtual donde haya que sufrir. Las realidades virtuales triunfarán porque eliminan el sufrimiento.

¡Hasta la próxima!